domingo, 29 de marzo de 2009
Santa Semana: Sillas
Tarde de Lunes Santo. Más allá del puente viene, siempre el izquierdo por delante. Cruz de guía en lontananza. Temprano empezó el combate, fino regate a la bulla, masa de cuerpos expectantes, línea curva que desafía la física, camino corto hacia la imagen. Perdón, permiso, andar egipcio que evite el choque innecesario, carritos de lactantes gateantes, globos japoneses, racimos flotantes junto a nubes rosas. Anhelada primera fila tras la que iniciar el ascenso, salmón que remonta un río de capirotes; pero, ay, tropiezo violento, golpeo en la tibia cual defensa uruguayo. Imprecación poderosa, tiempo que justifica posesiones, lo nómada se hizo sedentario, mediante la mínima expresión del asiento que vino de Oriente. Prietas las filas, no pasarán, la Pasionaria en la Semana de Pasión, primera línea de vanguardia de la tradición más novedosa. Por dónde superar la fila que desata todas las fobias, ensayo de levantamiento de pie, imitación de Chiquito, difícil equilibrio, ¿cómorrrrrr? por ahí no se pasa; ariete embestidor, ¿agachar la cabeza? No; muchos kilos que vencer en la solidaria falange; ¿una pértiga que permita el salto? Si aún no llegó la cruz de guía, menos el pertiguero; hagamos uso del talante. ¿Me permite? Sólo quiero pasar al otro lado. Pasa por otro sitio, la calle es suya, émulo de Fraga, vado permanente sentado en un triángulo, ridícula tela para tantas nalgas. Por el fondo, refuerzos, cientos de individuos que empuñan bastón abatible, sillita de madera, banquillo de los excusados que privatizan la vía pública y democratizan la carrera oficial, gozando de un feudo de cuarenta centímetros cuadrados. A grandes males, retirada estratégica, volver sobre los pasos, rayas salvadora para hacer punto. Bebida refrescante, bálsamo para el sofoco, granizada que calma la sed de justicia. Retorno al campo de batalla mediado el vaso, repetición de la jugada, regreso al pasado, para sí pasar, primera línea de combate, regimiento de sillería, flanco más débil, granizada vertida sobre cogote despejado, distracción de los flancos, abriose el Mar Rojo de ira y se despejó el camino.
En el día de hoy, vencido el ejército sentado para sonrojo de los que quieren disfrutar de las calles en los días más grandes, el paseante ha alcanzado el último tramo.
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NO tengo palabras, de verdad te digo. No me gusta repetirme. Me tomo como un reto escribir entradas con literatura a la altura de la tuya: si entras en mi casa, quiero que sea para que sientas lo que yo al entrar aquí. Difícil me lo pones, difícil me lo pongo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.