viernes, 17 de abril de 2009

Identidad


A veces los nombres los carga el diablo. Una triste coincidencia te puede llevar a Kafka, pasando por Lorca. Ir a ver procesiones y vivir el Cautivo y Rescatado, sin trinitarios en tu ayuda. La pasión sin compasión. Una lección de humildad y paciencia, con prendimiento y, afortunadamente sin columnas y azotes. Funcionarios que no funcionan, justicia ciega, sorda y sin gusto, pero, eso sí, con la mano bien larga. Errar es de humanos, pero algunos hierros son inhumanos. No te quieres imaginar cómo se puede sentir alguien sometido a ese castigo, pero te viene a la mente algo así como el individuo sometido al aparato del Estado, y te da pavor. Y te acuerdas también de "Con la muerte en los talones", y las consecuencias de una confusión de nombres, aunque , claro está, aquí no hay Eva Marie Saint para confortar al protagonista. La historia acaba con un final feliz; pero uno tiene la sensación de que hay muchas historias de esas, que se pierden tantas maletas, se extravían tantos expedientes, que se traspapelan actas, que no miden los actos, y que, una vez puesta a funcionar determinadas maquinarias administrativas, bancarias, judiciales, la inercia y la inepcia hacen el resto, para que, desde la altura de la noria, los ciudadanos no seamos más que hormiguitas, más fáciles de pisotear. Cuestión, como casi siempre, de perspectiva.

1 comentario:

  1. La burocracia es una bola de nieve cada vez más grande. Si no la engulle el mar, seguirá creciendo con nosotros dentro. Un abrazo

    ResponderEliminar